“Un matrimonio de provincias”: Costumbres de la época

Colombi, con una narrativa sencilla a la vez que impecable, nos describe la clase media de una época, no lejana, con sus costumbres, sentimientos y emociones. Lo hace sin juzgar, sin dramatismo, con naturalidad, reflejando una sociedad que asume lo que le toca vivir. La palabra “costumbre” formando parte del estilo narrativo de la novela.

Describe temas de la vida cotidiana…

como los paseos de los domingos,

“Las primas vinieron a mediados de semana a hacernos la famosa invitación para el paseo del domingo…”

 

comidas tradicionales en fechas señaladas

Por la tarde, mientras Titina, a quien le tocaba cocinar esa semana, estaba preparando el guiso de judías que se toma en toda la provincia de Novara el día de Difuntos… Ella, sin inmutarse y sin dejar de cortar en cuadraditos el tocino de cerdo que se añade a las judías de los muertos…”

 

Cómo debe ser el comportamiento según la condición social, sexo o edad,

en la calle:

Después me respondió con las manos en el manguito en voz muy baja, como hace la gente bien cuando va por la calle…”

“Y por mucho que les disgustara a la madrasta y a nuestro padre, que desaprobaban la costumbre de confiar las jóvenes a una criada, más o menos de su misma edad y menos educada que ellas, aquella vez tuvieron que resignarse y mandarnos a misa con la criada”

el cortejo amoroso:

“Esos amores de mirada han entrado a formar parte de las costumbres de Novara hasta tal punto que, al hablar de dos enamorados, la gente dice: fulano mira a Mengana. Solo cuando se trata de obreros y comerciantes se dice: Fulano habla con Mengana”

“Existe la costumbre en toda la provincia de Novara de enviar una sierra el día de la media cuaresma. Las gentes del pueblo se la pintan con tiza en la espalda unos a otros o la envuelven y la esconden ingeniosamente para que quien la lleva no se dé cuenta. Es una broma que todos encuentran muy divertida. Los señores envían sierras elegantes junto a una bagatela, una pintura, un detalle…. Por medio de la sierra, los galanes del carnaval consiguen que las señoritas que han conocido en el baile se acuerden de ellos. Mandan por correo la sierra en una carta, acompañada de declaraciones de amor en verso o en prosa, siempre anónimas, al menos para los padres. Las muchachas adivinan enseguida el nombre del autor…” 

La religiosidad que se muestra en la novela se limita a una exposición de  costumbres religiosas de la región, que se aprovechan como una oportunidad para relacionarse socialmente.

“Entramos cuando la misa ya había empezado. El cura leyendo la epístola. Al abrir la puerta, golpeé la figura colosal de mi Fausto, que estaba de pie junto al lado de la puerta, como es costumbre entre los jóvenes, tal vez para mostrar que están ahí en contra de su voluntad e impacientes por irse”

En Novara se celebraba por carnaval la octava de San Gaudenzio… había durante ocho días seguidos bendición solemne con música…Todos los años  íbamos de forma asidua a la octava… La solemnidad no nos importaba nada; la música, muy poco, y el santo, todavía menos. Pero veíamos un poco de gente, algunos jovencitos nos miraban y, dentro de la monotonía de nuestra existencia, era algo diferente”

 

“Un matrimonio de provincias”: la educación de la mujer en el siglo XIX

Esta obra es un  claro reflejo de la vida social en provincias a finales del siglo XIX y sobre todo de la situación de la mujer. El triste y aburrido día a día de las jóvenes, a la espera de un marido como única salida para librarse del incómodo papel de “solterona” que tanto temen  las jóvenes.

Denza lo expresa claramente.  “Y ahora yo me encontraba en la misma situación. ¡Una solterona!… Las otras jóvenes me consideraban mayor. ¡Y con razón! Todas las que tenían la misma edad que yo, incluso Maria, que era más joven, tenían hijos que iban a la escuela; eran señoras casadas. … Veía surgir amenazadoramente ante mí el biombo de la pobre tía, y las lágrimas silenciosas, desconsoladas, me caían por las mejillas hasta la blusa, y no me daba cuenta de que  las piernas se me estaban halando, de que estaba completamente aterrada. ¡Una solterona!”

En este siglo, la enseñanza de las mujeres no tiene un papel destacado. El prototipo más frecuente es el de perfecta casada, reina del hogar, piadosa, buena madre y buena esposa. El acceso de la mujer a la educación no buscaba alterar la función social de la misma, sino  alfabetizarla y adiestrarla lo  mejor posible en los quehaceres domésticos para el mejor funcionamiento del hogar y la familia.

En lo que se refiere a ‘leer, escribir y hacer cuentas’ ya saben bastante, las jóvenes no deben convertirse en doctoras. Ahora es el momento de que aprendan a tener el hogar en orden, a coser, planchar, cocinar, a ser buenas amas de casa”

La mujer seguía siendo en su mayoría analfabeta, sobre todo en las clases más pobres, cuya mayor preocupación era conseguir el alimento necesario para la familia.  En la clase media enseñaban a lo sumo a leer, escribir y las cuatro reglas de la aritmética. Es la clase alta la única que educa a sus hijas.

Las dos hermanas dicen claramente cuál es la educación que les inculcaba su padre. ”No nos mandaba ni siquiera a la escuela… Él mismo nos enseñaba a leer, a escribir y a hacer cuentas de vez en cuando.  Y durante los paseos se encargaba de nuestra formación literaria.” Pero sí que vemos que sus primas tenían una educación más esmerada. “En otoño salían del internado unas parientes lejanas nuestras…”

Aunque a finales de este siglo ya se oían voces discordantes con esta situación. Emilia Pardo Bazán en 1892, en su ponencia titulada “La educación del hombre y de la mujer: sus diferencias”, defendía el libre acceso de la mujer a cualquier tipo de educación, al igual que el derecho a ejercer la profesión elegida.

Joaquín Balmaseda en 1882 en su libro “Consejos útiles para la mujer y leyendas morales”  aconseja a los padres que deben pensar en el futuro de sus hijas, no arreglan todo dándoles marido, ya que en ocasiones se quedan viudas y teniendo una formación pueden trabajar para ganarse la vida.

«Un matrimonio de provincias»: la figura de la madrastra sensata

Denza no tiene recuerdos de su madre “No conocí a mi madre, que murió en mi primer año de vida. Mi familia estaba formada por mi padre, el notario Pietro Dellara; por una vieja tía suya, una solterona bajita y esquelética que dormía en la cocina, donde había colocado un biombo para ocultar su cama, y se pasaba la vida a oscuras detrás de aquel biombo; por mi hermana mayor, Caterina, a quien llamábamos Tinita, y por mí…”

Tampoco ha recibido nunca grandes muestras de afecto. “…nadie me había abrazado nunca, ni siquiera ni padre desde que había dejado de ser una niña.”  

La figura del padre, como en otros cuentos infantiles que nos vienen a la memoria, es buena persona, pero no tiene carácter y carece de todo sentido práctico. “Para todas las enfermedades, para todos los problemas de la vida, admitía dos únicos remedios, pero que eran infalibles: poner una vela a la Virgen y caminar.”

Su monótona vida familiar se ve alterada por el matrimonio del padre “Pero entre la juventud y la infancia, cuando yo tenía poco más de catorce años, tuvo lugar el primer gran acontecimiento de nuestra familia. Nuestro padre se casó con una señora muy mayor.”

Como era habitual, éste es un matrimonio de conveniencia. “Debéis saber hijas mías que lo hago por vuestro bien…Esta buena señora tiene sesenta mil liras que algún día irán a parar a vuestras manos, porque no tiene familia y me quiere mucho.”

Acostumbrados a encontrarnos en los cuentos clásicos con madrastras malvadas, envidiosas y egoístas cuyo objetivo es atormentar a jóvenes inocentes, nos encontramos aquí con una mujer…. que no responde al perfil previsto.

Es curioso cómo describen a la futura esposa: “Tenía siempre en el manguito una bola de latón llena de agua caliente y masticaba sin parar un trozo de anís estrellado para la digestión.”

Más sorprendente es el cambio físico que experimenta después de la boda y del viaje. “Después, una tarde, nuestro padre volvió con su esposa, sana, fuerte, que ya no masticaba anís estrellado…Estaba rebosante de energía y de vida.”

Solo una vez es llamada por su nombre “Marianna”. Antes de casarse, se refieren a ella como “una señora muy mayor”,”la novia” y “la esposa”, pero después de la boda será casi siempre “la madrastra.”

Es sincera “no me ando con cumplidos”, severa, ahorradora “Una de las muchas formas de ahorrar que se inventó fue mandar moler una gran parte del maíz que se recogía en las tierras de nuestro padre y consumir mucha polenta en casa.”

Pero ninguna descripción es tan dura como la que hace la madrastra de sí misma. “Mira, yo soy fea y mayor, pero he encontrado el mejor marido del mundo: hay muy pocas mujeres que se sientan tan queridas como yo.”

En esta historia no hay apenas confrontación entre Denza y su madrastra al contrario que en otras narraciones tradicionales: “Pasados los primeros meses de luna de miel, la esposa empezó a ocuparse un poco de la casa, y le pareció que estaba muy desordenada. Lo cual era verdad. Se dio cuenta de que no sabíamos cocinar en absoluto. Lo cual era también verdad. Dijo que era de tontos gastar nuestro dinero para engullir las bazofias que mandaba preparar la tía. Tercera verdad incontestable.”

“¡Ni aun queriendo habríamos podido decir en conciencia que nos hiciera daño alguno. ¡Si al menos nos hubiera enseñado y mandado con un poco de tacto!”

Su objetivo será conseguir marido para las dos jóvenes y prepararlas para ser buenas amas de casa “Ahora es el momento de que aprendan a tener el hogar en orden, a coser, a planchar, cocinar, a ser buenas amas de casa.”

En definitiva, la nueva esposa toma las riendas de la casa y de la vida familiar “Ella siempre tenía la última palabra.” Según sus propias palabras “…miro por vuestro interés como si fuera vuestra madre.

¿Os parece que la madrastra actúa como lo haría una madre? ¿Qué su actitud cambia cuando nace su hijo? ¿Cómo habría sido la vida de las dos hermanas si el padre no se hubiera vuelto a casar?

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“Un matrimonio de provincias”, de Marquesa Colombi

Para este mes de noviembre proponemos la lectura del libro titulado “Un matrimonio de provincias”, escrito por Marquesa Colombi y publicado por la editorial Contraseña.

La trama

Un matrimonio de provincias, de Marquesa ColombiEsta novela, una pequeña obra maestra de la literatura italiana del siglo XIX, se publicó en 1885. En 1973 Italo Calvino la rescató del olvido al publicarla en la colección Centopagine, de Einaudi, precedida de una introducción de Natalia Ginzburg, incluida en la edición de Contraseaña como posfacio.

La monótona vida que lleva Denza Dellara, la protagonista de esta novela, en una pequeña ciudad del norte de Italia da un vuelco el día que se entera de que un joven de buena posición ha puesto sus ojos en ella. Denza se pasará el día soñando con ese muchacho adinerado, pero obeso y parco en palabras. Decide esperarlo año tras año, más enamorada de una idea efímera del amor que de un ser real.

La novela aborda el conflicto entre la realidad y las fantasías de la joven. Su dimensión social la sitúa en el costumbrismo; la autora da una imagen nítida de lo que significaba ser mujer en el siglo XIX.

La autora

Maria Antonietta Torriani más conocida por el pseudónimo Marchesa Colombi (Novara, 1 de junio de 1840-Turín, 1920) fue una escritora italiana, muy popular en su momento por sus novelas y por sus colaboraciones en la prensa, especialmente en el Corriere della Sera, fundado por quien fue su marido, donde difundió sus ideas feministas.

Defendió un nuevo modelo educativo femenino en el Liceo Agressi de Milán. Con sus contactos e influencia sentó las bases de movimiento feminista milanés. Adoptó el pseudónimo Marchesa Colombi, procedente de un personaje de la comedia La satira e Parini de Paolo Ferrari. En 1886 se separó de Torelli Viollier, tras un tempestuoso matrimonio.

Su obra pasó un largo periodo de olvido hasta que en 1973 fue redescubierta por Natalia Ginzburg e Italo Calvino, quienes alabaron su novela “Un matrimonio in provincia”. A partir de entonces, se reeditaron sus libros y la crítica volvió a tener en consideración a la autora.

Algunas opiniones sobre esta novela…

“Denza habita en un mundo imaginario: su instinto de supervivencia y su fantasía alimentan sus esperanzas de escapar de todo esto gracias al amor, al príncipe azul que crea en su cabeza”. Oscar Esquivias, en su reseña ‘La tormenta en vaso’.

“[… ]la librera Lola Larumbe puso en mis manos hace unos días un tesoro que nunca sabré cómo agradecerle. […] Y una conclusión seca y aún más asfixiante: buscar marido llena de zozobra el corazón de las muchachas en flor, pero encontrarlo las sumerge en un tedio de espanto hasta la muerte. No hay escapatoria. El único final feliz lo encontró esta lectora cuando al acabar el libro sintió la emoción de haber encontrado una joya inesperada”. Elvira Lindo, El País

“Leí y releí esta novela un sinfín de veces, desde los siete hasta los catorce años. […]Un libro así, […] nunca podremos juzgarlo como se juzga un libro, porque para nosotros ha abandonado la zona de los libros y ha pasado a vivir a la zona de la memoria y de los afectos”. Natalia Ginzburg, introducción de esta autora en la edición de 1973

“La novela me impactó. Es muy buena. Me parecía increíble que se hubiera publicado por primera vez en 1885, pues su vigencia y modernidad están fuera de toda duda.” Cristina Grande, introducción a la edición de 2010

Adaptación televisiva

En 1980 la RAI emitió una adaptación en dos capítulos de esta novela. El director de la versión fue Gianni Bongioanni y, entre otros actores, participaron Erica Beltrami, Laura Betti, y Achille Della Seta.

Ejemplares de “Un matrimonio de provincias” en las bibliotecas de Castilla y León: pinchar aquí

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