El chófer. La información es poder

Podríamos empezar diciendo ya claramente quien es el hijo del chófer. Es una manera indirecta del autor, Jordi Amat, de llamar nuestra atención. Todos podemos imaginar inmediatamente, lo que puede saber un chófer, lo que puede saber el hijo del chófer.

Lo importante, por tanto, es saber de quién es chófer. Siempre imaginamos las conversaciones que se pueden oír en un coche, los sitios donde llevan a sus pasajeros, situaciones vividas mirando simplemente a través del retrovisor….

Podemos pensar en chóferes tan famosos, sobre todo cinematográficamente, como el de la película “Sabrina”, su padre, que invertía en Bolsa según oía las llamadas de teléfono de su jefe, y así había conseguido una pequeña fortuna. Sabrina usaba estas informaciones también para sus intenciones, aunque distarían muchísimo de las del personaje de nuestra novela.

 

También en el chófer de “Paseando a Miss Daisy”, la amistad creada entre dos personas de ideas, estatus, y formas de vida totalmente diferentes.

“La relación entre el que conduce y el conducido alcanza a veces una curiosa intensidad” ¿No te has montado alguna vez en un taxi, y has pensado que pensaría el taxista de la conversación que mantienes con tu acompañante o por teléfono?

La discreción y la confianza depositada son fundamentales. El chófer se convierte en amigo, en cómplice de tus movimientos, de tu vida, en tu familia, y esto es lo que ocurre en la novela. Ser el hijo del chófer de cierta personalidad puede llegar a cambiar tu vida si sabes manejar la información y esto es lo que sabe hacer perfectamente nuestro protagonista. Una circunstancia como esta le supone llegar a lugares donde nunca hubiera pensado que podía legar.

El chófer es Josep Quintá y su pasajero es Josep Plá, escritor y periodista de los más relevantes del siglo XX. Quintá es un hombre dedicado al textil, “es viajante y para hacer su trabajo tiene algo que en esa España pocos tienen: vehículo propio.” Conoce a Plá porque Brunet, un periodista de la época no tiene coche y necesita ir a Palafrugell a reunirse con unos amigos. En esa reunión, donde ya se dan cita lo que se llamaría “el Camelot de Plá”, en los últimos años de la dictadura, Plá y Quintá entablan amistad y relación, el segundo tiene algo que tampoco tiene Plá, que vive solo en una casa en el campo, un coche.

Es hijo del chófer de Josep Plá, pero aquí no es solo importante el personaje, sino también el momento. Es hijo del chófer de Josep Plá cuando tenían lugar estas reuniones a las que acudía su padre. Era una red muy potente, formada por políticos, periodistas, escritores, que  pasaban la frontera en el coche de Quintá.  Fraguan la transición democrática en Cataluña, cómo debía ser. El escritor Josep Pla y el político exiliado Josep Tarradellas se entrevistaron largamente en Castelnau (Francia), los días 21, 22 y 23 de enero de 1960, llevado por Quintá. Como consecuencia de aquella conversación, Pla redactó un informe de 10 páginas destinado a un pequeño grupo de personalidades catalanas de la época que habían comenzado a preparar lo que hoy llamamos la Transición hacia la democracia. La pretensión del selecto y muy burgués grupo era establecer las bases que les permitieran controlar la situación cuando, llegado el momento, el régimen franquista tuviera que dejar paso a una democracia real. Todos montaban en el coche del chófer, y en esos viajes a veces va su hijo, Alfons Quintá. Y aquí él aprende que la información es poder.

Fotografía de la portada del libro: En el centro Jaume Vicens Vives con sus dos hijos, a la izquierda Josep Quintá con su hijo Alfons, nuestro protagonista.