Kentukis profundizando en la novela

Como ya hemos comentado en varias ocasiones Kentukis es una obra coral, con una gran variedad de personajes que aborda infinidad de temas: la privacidad, la sobreexposición, la soledad, el deseo, la comunicación, la responsabilidad, el voyeurismo, los menores y la tecnología, el arte como mecanismo de denuncia…

La comunicación

Apuntábamos en un post anterior como tanto amos como kentukis, al primer primer reto que se enfrentan es resolver cómo comunicarse puesto que el kentuki puede escuchar pero solo emite sonidos inteligibles. Es más, en todos los casos, una vez que se establece la comunicación comienzan los problemas.

Hay soluciones de todos los tipos desde las más sencillas con preguntas que se pueden contestar con Sí y No, hasta facilitarse correos electrónicos y números de teléfonos pasando por utilizar alfabetos dibujados en el suelo, tablas ouija o aprender el código morse.

Destaca el caso de Alina que, casi como una forma de castigo, se niega a comunicarse con su kentuki.

El poder

Una vez que se ha establecido la comunicación comienza el equilibrio del poder.
Aunque aparentemente puede parecer que aquellos que deciden ser kentukis tienen un mayor control, pudiendo acceder a la vida privada de sus amos (revolver entre sus pertenencias, deambular por el baño y los dormitorios…), llegando en casos extremos a la extorsión «La plata me la van a dar ustedes … Tengo vídeos de madre de Robin cagando y hermana de Robin masturbándose«. Lo cierto es que los amos poseen la capacidad de dañar físicamente al peluche, de limitar sus movimientos e incluso de romper la conexión si no cargan su batería.

Quizás, donde mejor vemos el poder de un amo es en la historia de Alina cuya relación con su kentuki se va volviendo cada vez más perversa, atándole las patas y colgándole de un ventilador e incluso amputándole las alas.

«Cuando el cuervo chilló por tercera vez, ella se estiró hacia la banqueta y, tijera en mano y en solo dos saques, le cortó las alitas»

¿Mutilar al kentuki implica dañar a la persona que lo controla? Puede parecer que no, al fin y al cabo, solo es un peluche pero al descubrir que el kentuki de Alina es solo un niño que llora cada vez que el peluche es maltratado ya no estamos tan seguros.

La tecnología

En esta novela, cuyo eje central son unos dispositivos que permiten la conexión global entre personas, la tecnología es un tema clave y nos enfrenta a dilemas éticos en su utilización, a miedos y peligros ocultos.

A pesar de los beneficios de ser/tener un kentuki, mitigar la soledad, descubrir nuevos lugares, aprender otros idiomas, conocer otras formas de vivir… la novela deja patente los posibles riesgos. El caso más evidente es el de Enzo, que sin saberlo deja a un pederasta acceder a la vida de su hijo Luca, las tres amigas a las que chantajean con imágenes desnudas…

También nos enfrenta al dilema de qué responsabilidad tenemos ante lo que estamos viendo en directo. Grigor, que tiene un negocio semilegal revendiendo licencias de kentuki, en una de sus conexiones descubre una red de trata de blancas ¿debe denunciar, arriesgando su última posibilidad de salir de la pobreza, o simplemente desconectar el kentuki?

¿Es ético pasearse por la pobreza desde la comodidad de una vida de lujo?

La soledad

Uno de los males de esta sociedad hiperconectada es también uno de los temas fundamentales de la novela. En mayor o menor medida todos los personajes están solos y recurren a los kentukis como forma de paliar esa soledad.

«Podría comprarle un kentuki. Sería una buena compañía para el viejo, lo ayudaría a distraerse y hasta podría recordarle los horarios de los medicamentos»

El arte como mecanismo de denuncia

Finalmente queremos destacar la importancia del arte como mecanismo de denuncia, como medio para la reflexión y pensamiento crítico de la sociedad. Esta idea viene reflejada en el personaje de Sven un artista, pareja de Alina, que para concluir la novela realiza una instalación artística cuyo eje central son: los kentukis.

Kentukis, un collage de personajes

La novela es un conjunto de historias breves, escritas con un lenguaje claro y conciso, con un gran número de personajes. De algunos personajes no volveremos a saber nada más pero otros se convertirán en los protagonistas puesto que la autora retoma sus historias a lo largo de la obra. Es el caso de Emilia, Alina, Marvin, Enzo, Grigor…

La historia de Emilia

Emilia, recibe como regalo de su hijo una licencia de kentuki. En un principio, no sabe lo que es y su único interés reside en tener un tema de conversación con su hijo. Pero pronto se dará cuenta que ser un kentuki le da acceso a la vida de Eva, una joven que vive en Erfurt (Alemania). Y no solo eso sino que la joven cuida de su kentuki, de Emilia.

«Así que, cada día, alguien en la otra punta del mundo hacía eso por ella. Era toda una atención.»

La historia de Alina

Alina compra un kentuki movida por un impulso y se lo lleva al retiro artístico donde está pasando una temporada con su pareja. En principio, desconocemos quién es su kentuki y se niega a intentar comunicarse con él.

«Qué bien había hecho en no comunicarse con su kentuki, lo iba confirmando con las cosas de las que se enteraba. Sin correos ni mensaje ni acordar ningún método de comunicación, su kentuki no era más que una mascota sonsa y aburrida».

La historia de Marvin

Marvin, es uno de los muchos niños que pueblan la novela, huérfano de madre aprovecha la desidia de su padre para comprar a escondidas una licencia de kentuki. Su mayor anhelo es ser un dragón y …. ¡sí, es un dragón! pero se encuentra en un lugar cerrado, rodeado de trastos y sin posibilidad de movimiento. A lo lejos puede ver la nieve, Marvin nunca ha visto la nieve, «algún día voy a llevarte a que veas la nieve» solía prometerle su madre … ¡ay, si pudiera llegar hasta la nieve!

La historia de Enzo

Enzo se acaba de divorciar y su exmujer y la psicóloga deciden que un kentuki es una buena idea para ayudar a su hijo Luca a superar el divorcio. Pero Luca no quiere ni verlo, ha descubierto que la única opción de desconectarlo es que la batería se agote y pasa el tiempo ideando trampas para intentar conseguirlo.

Mientras tanto, Enzo se ha ido acostumbrando a su presencia, charla con él y se pregunta quién estará ahí detrás de ese peluche en forma de topo.

La historia de Grigor

Grigor piensa que los kentukis son la solución a sus graves problemas económicos. Está convencido que la gente pagará tres veces más por el kentuki que quiere, por qué confiar en el azar pudiendo tener el kentuki de tus sueños. Por eso, ha invertido todos los ahorros familiares en la compra de licencias de kentuki pero no ha tendido en cuenta la cantidad de trabajo que supone mantener «vivos» todos esos dispositivos ni lo que se puede encontrar al otro lado.

La historia de Cheng Shi-Xu y Kong Taolin «Titina«

El amor también tiene cabida en la novela y lo protagoniza Chen Shi-Xu, un kentuki que se enamora, no de su ama Cécile, que es guapísima, sino de «Titina» el kentuki de Jean-Claude hermano de Cécile.

Los dos kentukis pasean por las casas de los hermanos y se comunican mediante un alfabeto gigante que los hermanos han dibujado en el suelo del baño.

Os dejamos para que os adentréis en las diferentes historias, descubráis cómo se van desarrollando y nos digáis cuál es vuestra favorita, cuál os ha hecho reír o cuál os ha puesto los pelos de punta.

¿Qué es un kentuki?

Si os habéis animado a comenzar la novela de Samanta Schweblin ya habréis descubierto que un kentuki es algo tan inofensivo como un peluche, que puede adoptar diversas formas: un oso panda, un dragón, un conejito… Pero no es un peluche al uso sino que dispone de una cámara en los ojos y está controlado por una persona:

«La cámara estaba instalada en los ojos del peluche… Alguien lo manejaba desde algún otro lugar, no sabían quién era».

El kentuki no habla, pero puede escuchar. Y, quizás lo más aterrador, no se puede apagar.

En este mundo, donde los kentukis se han convertido en todo un éxito, puedes elegir entre ser el amo de un kentuki o ser un kentuki.

Los amos de los kentukis adquieren el peluche y le dejan entrar en su casa, en su vida. Por su lado, quien es un kentuki dispone de un código que se enlaza mediante Internet a uno de los peluches al azar y desde un dispositivo puede controlar su movimiento y ver y escuchar a su amo (viene equipado con un rudimentario diccionario para solucionar el problema del idioma).

«Se preguntó si no habría parámetros de selección de ese otro usuario que sería su kentuki, características que ella pudiera personalizar, y aunque buscó varias veces en el índice, no encontró ninguna pista»

Mediante historias breves iremos conociendo a una serie de personajes de los que algunos sabremos más que de otros y descubriendo sus motivaciones para tener/ser un kentuki. Aunque en la mayoría de de las ocasiones no se trata de una decisión consciente, sino que ha sido un regalo de su hijo (como en el caso de Emilia), una imposición de la psicóloga para superar el divorcio de sus padres (en el caso de Luca), una compra impulsiva o incluso una opción de negocio.

Una vez superada la emoción del primer momento «por favor, que sea un dragón, que sea un dragón«, «Mira ¡se mueve!» los personajes deberán enfrentarse a diferentes dilemas, para empezar, ¿cómo comunicarse?.

Kentukis, de Samanta Schweblin

La propuesta de lectura para este mes de agosto es la novela «Kentukis» de la escritora argentina Samanta Schweblin.

Los Kentukis no son mascotas, ni fantasmas, ni robots.
¿Dejarías entrar en tu casa a alguien totalmente anónimo?

Como se indica en la contraportada de la novela «los personajes de esta novela encarnan la compleja e imprevisible relación que tenemos con la tecnología, renovando la noción de voyeurismo y exponiendo al lector a los límites del prejuicio, el cuidado de otros, la intimidad, el deseo y las buenas intenciones«.

Biografía

Samanta Schwebin nació en 1978 en Buenos Aires donde estudió cine y televisión. En la actualidad reside en Berlín donde imparte talleres literarios.

Es principalmente conocida por sus libros de cuentos «El núcleo del disturbio«, «Pájaros en la boca y otros cuentos» y «Siete casas vacías«. Con su primera novela «Distancia de rescate«, denuncia la terrible situación medioambiental y humana que causan los pesticidas en el campo argentino, fue nominada en 2017 al Man Booker Prize.

En Kentukis la autora matiene las temáticas presentes en su obra: las relaciones familiares, la soledad, lo extraño en lo cotidiano… A través de la historia de diversos personajes descubriremos qué es un kentuki y cómo afecta su presencia en la vida de las personas.

¿Os atrevéis a descubrir qué es un kentuki?

Disponible en eBiblio y León:

Kentukis
Kentukis (Audiolibro)